En Jiquilpan, Michoacán, el 17 de julio de 1780, el hogar de los señores Juan Ruiz de Bustamante y Francisca Oseguera se alegró con la llegada de un varón que fue bautizado con el nombre de Anastasio.
El joven Anastasio Bustamante estudió en Guadalajara, posteriormente se trasladó a la capital para matricularse en la carrera de Medicina en la Real y Pontificia Universidad de México. Ya titulado, ocupó la dirección del Hospital de San Juan de Dios, en San Luis Potosí; una de sus pacientes fue la esposa del general Félix María Calleja, quien padecía una enfermedad en los ojos.
En 1808, cuando España fue invadida por Napoleón Bonaparte, Bustamante se alistó en el ejército, primero como oficial y después como teniente del Batallón de San Luis. Al estallar la guerra de Independencia, en 1810, junto con Calleja derrotó a los sublevados en las batallas de San Jerónimo Aculco (noviembre 7) y Puente de Calderón (enero 17 de 1811); estos triunfos lo convirtieron en capitán. También estuvo con Calleja en el sitio de Cuautla (marzo-mayo 1812) y cuando Morelos logró romper el sitio, Bustamante recibió la orden de perseguirlo.
En 1815, Bustamante cubrió la retirada del realista José Barradas, atacado por José Francisco Osorno. En 1817, bajo las órdenes de Pascual Liñan, combatió a Francisco Javier Mina en el sitio del Fuerte del Sombrero (julio-agosto) y en Río de los Remedios (agosto 31). Después del fusilamiento de Mina, continuó con la persecución de insurgentes y fue ascendido a coronel.
Luchó en contra de la insurgencia hasta que se adhirió al Plan de Iguala, propuesto por Agustín de Iturbide, el 19 de marzo de 1821. Pasados cinco días, el 24 de marzo entró a Guanajuato; ese día la ciudad se llenó de música, las tropas recorrían las calles acompañando a Bustamante y a Joaquín Parres. Al unísono repicaron las campanas de todos los templos, las casas se vieron adornadas con espontaneidad y lujo, porque Guanajuato había roto las cadenas del yugo colonial.
Bustamante ordenó que los cráneos de Miguel Hidalgo, Ignacio Allende, Juan de Aldama y Mariano Jiménez –que permanecían colgados en los ángulos de la Alhóndiga de Granaditas desde el 14 de octubre de 1811–, fueran sepultados en el antiguo cementerio de San Sebastián, el 28 de marzo de 1821. Consumada la Independencia (27 de septiembre de 1821), Bustamante permaneció fiel a Iturbide y a su malogrado imperio. El presidente Guadalupe Victoria lo ascendió a general de División, y en abril de 1829, al asumir Vicente Guerrero la Presidencia, Bustamante ocupó la Vicepresidencia.
Traicionó a Guerrero y con el apoyo de los alzados del Plan de Jalapa asumió la Presidencia en enero de 1830. Políticamente hablando, Bustamante representó el conservadurismo; conformó un gabinete ultraconservador, en el que destacó la figura de Lucas Alamán, cesando a todos los que no le fueran incondicionales; desterró del país a los más sobresalientes yorkinos y reprimió la libertad de imprenta.
En 1808, cuando España fue invadida por Napoleón Bonaparte, Bustamante se alistó en el ejército, primero como oficial y después como teniente del Batallón de San Luis. Al estallar la guerra de Independencia, en 1810, junto con Calleja derrotó a los sublevados en las batallas de San Jerónimo Aculco (noviembre 7) y Puente de Calderón (enero 17 de 1811); estos triunfos lo convirtieron en capitán. También estuvo con Calleja en el sitio de Cuautla (marzo-mayo 1812) y cuando Morelos logró romper el sitio, Bustamante recibió la orden de perseguirlo.
En 1815, Bustamante cubrió la retirada del realista José Barradas, atacado por José Francisco Osorno. En 1817, bajo las órdenes de Pascual Liñan, combatió a Francisco Javier Mina en el sitio del Fuerte del Sombrero (julio-agosto) y en Río de los Remedios (agosto 31). Después del fusilamiento de Mina, continuó con la persecución de insurgentes y fue ascendido a coronel.
Luchó en contra de la insurgencia hasta que se adhirió al Plan de Iguala, propuesto por Agustín de Iturbide, el 19 de marzo de 1821. Pasados cinco días, el 24 de marzo entró a Guanajuato; ese día la ciudad se llenó de música, las tropas recorrían las calles acompañando a Bustamante y a Joaquín Parres. Al unísono repicaron las campanas de todos los templos, las casas se vieron adornadas con espontaneidad y lujo, porque Guanajuato había roto las cadenas del yugo colonial.
Bustamante ordenó que los cráneos de Miguel Hidalgo, Ignacio Allende, Juan de Aldama y Mariano Jiménez –que permanecían colgados en los ángulos de la Alhóndiga de Granaditas desde el 14 de octubre de 1811–, fueran sepultados en el antiguo cementerio de San Sebastián, el 28 de marzo de 1821. Consumada la Independencia (27 de septiembre de 1821), Bustamante permaneció fiel a Iturbide y a su malogrado imperio. El presidente Guadalupe Victoria lo ascendió a general de División, y en abril de 1829, al asumir Vicente Guerrero la Presidencia, Bustamante ocupó la Vicepresidencia.
Traicionó a Guerrero y con el apoyo de los alzados del Plan de Jalapa asumió la Presidencia en enero de 1830. Políticamente hablando, Bustamante representó el conservadurismo; conformó un gabinete ultraconservador, en el que destacó la figura de Lucas Alamán, cesando a todos los que no le fueran incondicionales; desterró del país a los más sobresalientes yorkinos y reprimió la libertad de imprenta.
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