GENERAL DON JOAQUÍN HERRERA




Nació en Jalapa, Veracruz, en Abril de 1792. Cinco veces actuó como presidente, dos de ellas como sustituto, uno como interino, otra como constitucional, y la última nombrado por el congreso del 12 al 20 de Septiembre de 1844; del 6 al 14 de Diciembre del mismo año; del 15 de Diciembre de 1844 al 14 de Junio de 1845, y del 2 de Junio de 1848 al 14 de Enero de 1851, murió el 10 de Febrero de 1854.
El 14 de diciembre de 1845, el general Mariano Paredes y Arrillaga se pronunció contra el gobierno del general José Joaquín de Herrera, en San Luis Potosí, con el Ejército de Reserva. Este Ejército había sido reunido en la Ciudad de San Luis Potosí, y su objetivo era pelear en el norte y detener un posible avance de los norteamericanos sobre nuestro país.
El levantamiento no sorprendió a nadie, excepto al Presidente Herrera, hombre honrado a carta cabal. Todavía, a finales de agosto de 1845, el Presidente Herrera le cubría las espaldas a Paredes, cuando crecían los rumores de su posible pronunciamiento: "Yo contemplo a U. mortificado con la grita que forman los papeles públicos; pero es necesario que tenga U. filosofía, persuadido de que el Gobierno desprecia, como debe, la estrategia que se está empleando para dividirnos y triunfar" 2 .
El gobierno de Herrera había sido un gobierno muy popular en su inicio. Hombre moderado, quiso gobernar con la razón, procurando llegar a los términos medios. Como suele suceder en estos casos, no quedó bien ni con los liberales ni con los hombres de bien más conservadores. Dos medidas no le perdonaron los liberales puros: mantener las Bases Orgánicas con reformas y tratar de negociar con Estados Unidos una paz honrosa. Los monarquistas veían su administración como un gobierno débil, apático, que corría el peligro de caer bajo el influjo de los federalistas puros.

Concepción Lombardo Gil de Partearroyo fue testigo de los profundos cambios políticos, económicos y sociales del México de mediados del siglo xix. Sus memorias dan cuenta de una realidad entrañable. No obstante, al haberse redactado tiempo después de la muerte de su esposo, el general Miguel Miramón, desvelan datos poco precisos sobre algunos acontecimientos históricos.
El tres veces presidente de México, José Joaquín Herrera (1972-1854), quien había perseguido a los insurgentes y tiempo después apoyó el Plan de Iguala, dirigió por última vez al país de 1848 a 1851. Su sucesor, Mariano Arista (1802-1855), fue el primer presidente constitucional que ocupó pacíficamente el poder. Más allá de la exactitud en la información, la agudeza de la pluma y el acercamiento al espacio íntimo de una familia conservadora, en esta ocasión, Concha nos permite descubrir una parte de nuestras tradiciones navideñas.
 […] A fines del año 1849 el General don Joaquin Hererra que ocupaba el puesto de Presidente de la República, acabo su tiempo de Presidencia, y entró al poder don Marinano Arista […] Mi padre era entonces diputado, y además de hacer la oposición al Gobierno, trabajaba por la abuelita del General Santanna al país. Esto le valió una gran persecución. Muchas noches tenia que dormir fuera de casa porque le daban aviso que lo iban á prender; otras veces tenia que pasar barios dias fuera de la ciudad, y se vivía en gran zozobra. […] Mi abuela, que temia hacia por la politica y sus intrigas, reunia en su casa las juntas de conspiradores, y ocultaba algunos de ellos. Cuando venia la policia, los hacia salir por la puerta secreta que comunicaba con la casa de don Eduardo Gorostiza, que mi abuela y con quien mi familia estaba intimamente ligada. Yo abria la puerta secreta y me encantaba participar en la conspiracion y me dejaban porque nadie desconfiaba de una jovensita.
Llego el mes de Diciembre; y aunque las circuísrancias no eran propicias para divertirse, mis tias se empeñaban en hacer las posadas como lo hacian cada año. Estas comensaban el 16 de diciembre y terminaban el 24 […] Antiguamente era una piadosa costumbre con que [se] veneraba [a] la Madre de Dios en recuerdo de su viage de Nazaret a Belen para dar á luz el Redentor del mundo, pero luego se volvieron un pretexto para divertirse y bailar. […] Se comensaba por ir todos los convidados al oratorio á un cuarto que preparaban con un altar. Alli estaban los Santos Peregrinos que era un grupo de esculturas de madera representando la santa Virgen montada en un asno y San José á su lado.
Toda la sociedad resaba la novena intercalada con varias estrofas cantadas. Luego se ponian los Santos en unas andas cubiertas de berdura, y de flores, y cuatro niñas bestidas de Pastoras, las tomaban en hombros. Se formaba la procesion, y todos los asistentes con vela en mano entonaban la letania. La procesión daba vueltas por toda la casa […] iluminada por farolitos de color. […] En el oratorio entraban solo tres ó cuatro cantores que serraban tras si la puerta. Entonces los cantores de afuera entonaban la siguiente estrofa. “Qyuien les da posada á estos peregrinos, que vienen cansados de andar los caminos”. Los de adentro responden “Posada no doy ni la puedo dar pues seran ladrones que querran robar” Asi se seguian varias estrofas hazta que finalmente se abria la puerta y entraba la procesión […] sonaban pitos banderas y tamborcitos, la musica sonaba y [los] cantores entonaban alegres cantos […] Alli se acaba la parte piadosa, luego, y era lo mas frecuente, se bailaba hazta una hora abansada la noche.
La persona á quien le tocaba la posada hacia todos los gastos de musica, refresco y alumbrado. Ademas, daba un regalo á todos los convidados. Algunos daban basos de cristal llenos de dulces, otros bolsas de raso con confites y solia ser tanto el lujo que […] regalaban canastas de plata […] Mis tias se divertían todo el año en prepararlo y en vestir las pastoras y los personages que lo componian y que pasaban de las 200 figuras de barro y madera […] lo mas notable era el Paraíso con figuras y toda clase de animales primorosamente trabajadas por mi madre, asi como el grupo de los Santos Reyes cuyos trajes orientales llamaban la atención y cuyo sequito era numerocisimo. Despues de visitar y admirar el Nacimiento, se ivan todos á la misa de media noche que llaman de gallo. Cuando volvian á la casa, estaba preparada la cena, que generalmente se componia de esquisitos manjares, y deliciosos vinos. Luego se bailaba hazta la madrugada. En aquellos días, mi Padre y mi tio el General Miñon se encontaban escondidos en casa de mi abuela, una noche en los momentos que salía la procesión del Oratorio vinieron á avisar que habia entrado la policia.

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